Cooperativistas mineros y la explotación laboral son dos conceptos que, aunque deberían ser opuestos, conviven en el modelo cooperativo actual en Bolivia. Mientras unos pocos socios gozan de prosperidad y beneficios, miles de jornaleros trabajan en condiciones precarias, sin derechos laborales y con jornadas que pueden superar las 15 horas al día. Toda esta información fue publicada por Erbol en un reportaje titulado «Patrones y peones en las cooperativas mineras» escrito por Liliana Carrillo»
Una pirámide de desigualdad en las cooperativas mineras
Pedro Quispe, jornalero en el norte paceño, resume su realidad: “Hay que meterle full nomás… si no, te botan”. Con 33 años, lleva más de una década trabajando en condiciones duras y peligrosas, esperando algún día convertirse en socio cooperativista. Como él, miles de trabajadores son la base invisible del próspero modelo cooperativo minero en Bolivia, sin contratos, beneficios sociales ni estabilidad laboral.
Aunque el concepto de cooperativa debería promover la equidad, en la práctica hay una jerarquía clara: socios cooperativistas, conocidos como “kajchas”, y una gran masa de trabajadores asalariados sin derechos, encargados de las tareas más riesgosas.
Cooperativistas mineros: auge económico con poca fiscalización
El auge del oro ha convertido a las cooperativas en el actor dominante del sector minero. Según datos del Ministerio de Minería y del INE, el 58,1% de la producción minera del país proviene de cooperativas, mientras que su aporte en impuestos es solo del 0,2%. Por el contrario, el sector privado, que produce el 35,1%, aporta el 98,3% de los tributos.
Un estudio de Oxfam estima que el Estado subsidió a las cooperativas mineras con 977 millones de dólares en 2022, incluyendo diésel y regalías reducidas. En ese mismo año, el aporte de estas cooperativas fue de solo 101 millones de dólares.
Jornaleros en cooperativas: mano de obra explotada e invisibilizada
La Ley General de Cooperativas prohíbe el trabajo delegado en cooperativas de producción. Sin embargo, en la práctica, cientos de miles de jornaleros trabajan bajo condiciones irregulares, sin seguridad social ni derecho a jubilación.
“Los cooperativistas mineros explotan laboralmente a quienes no son socios”, afirma la antropóloga Elizabeth López. A pesar de realizar la mayor parte del trabajo, los jornaleros no acceden a los beneficios del modelo. En muchos casos, incluso en caso de accidente, deben negociar compensaciones directamente con los socios.
La situación se agrava con jornadas laborales que pueden llegar a 15 horas, y remuneraciones que oscilan entre los 200 y 700 bolivianos por día, dependiendo de la producción y el porcentaje que se les asigne.
El sueño de ser socio: un camino cuesta arriba
Pese a las condiciones adversas, muchos jornaleros sueñan con convertirse en socios. Para ello, deben comprar acciones que se ofertan entre 40.000 y 80.000 bolivianos en redes sociales, una suma inaccesible para muchos.
“El sistema está diseñado para que los jornaleros trabajen años sin avanzar en la pirámide. Solo algunos pocos logran convertirse en socios”, sostiene el geólogo Fernando Alcons. Las reglas internas, el costo elevado y la falta de transparencia hacen que la movilidad social dentro del sistema cooperativo sea mínima.
Cooperativistas mineros: entre subsidios, poder y desigualdad
Actualmente, la minería cooperativa concentra poder político, económico y territorial. En Bolivia existen 2.300 cooperativas registradas, con más de 130.000 socios, de los cuales el 70% se dedica a la extracción aurífera. Estas producen el 99% del oro legal en Bolivia y están concentradas principalmente en La Paz.
No obstante, expertos como Alfredo Zaconeta advierten que muchas de estas cooperativas son utilizadas como fachada por empresas privadas para evadir impuestos y operar sin regulación. Esto genera una doble crisis: una ambiental, por la expansión descontrolada en zonas sensibles como la Amazonía; y otra social, por la precarización de la fuerza laboral.
Un futuro incierto para los trabajadores de las cooperativistas mineros
“Cooperativistas mineros y la explotación laboral son el reflejo de un sistema desigual que requiere una transformación urgente”, concluye la antropóloga López. La solución, según ella y otros especialistas, pasa por reformas legales, mayor fiscalización, políticas de desarrollo regional y un modelo minero que promueva la justicia social y ambiental.
Zaconeta añade que Bolivia necesita repensar su modelo extractivo: “Debe dejar de basarse únicamente en la riqueza del subsuelo y apostar por un sistema que también genere equidad y derechos laborales”.
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