Cómo matar a un león (jaguar) contaba el Viejo Antonio al subcomandante Marcos. Para entender esto, hay que entender primero cómo mata el jaguar. Al ser un animal sutil “con las nubes en las patas” el Jaguar siempre ataca con toda su fuerza por detrás. El verdadero rey de la selva aprovecha a sus descuidadas presas para aniquilarlos, entre sus presas están inclusive los temibles caimanes. El león es el político que sabe que tiene fuerza y dónde atacar, no importa el poder de su adversario sino el momento para acecharlo y clavarle los dientes.
Cuando uno quiere defenderse del gran félido no puede, porque su mirada, atemoriza el corazón, el león mata con la mirada aseguraba el viejo Antonio.
Existe un animal que no le tiene miedo al jaguar, y cuando este llega hacía él lo manotea, pelea y logra zafarse. Este animal es el topo, al ser ciego no teme a la mirada del gran depredador, porque el topo mira a su corazón, mira para adentro. El topo representa a los políticos que creen en su ideología, y no les atemoriza adversarios más grandes que ellos, de todas formas, son ciegos.
Basta mirarse el corazón para zafar, pero no para matarlo, entonces cómo se hace para derrotar al jaguar. El viejo Antonio explicó que cuando mató a un león no miró su corazón, ni siquiera reflexionó solo apuntó con la mira de su escopeta. Para matar a un león, hay que saber dónde mirar.
Cómo saber dónde mirar, qué tan importante es darse cuenta dónde se coloca el ojo en la política. Muchos quieren ser topos, muchos quieren ser jaguares, pocos son los que saben dónde mirar.
La mayoría de las personas estudian para encontrar respuestas, pocos para encontrar preguntas y saber dónde mirar. Los boludos lanzan soluciones que ya se plantearon y fracasaron. El neoliberalismo es un fracaso a nivel mundial, las políticas de libre mercado se cayeron porque hasta los impulsores las están sufriendo. No se puede tener un éxito empresarial con Estados débiles, la economía planificada supera al sector privado.
No podemos solucionar los problemas estructurales que tenemos como país apelando a viejas recetas. Necesitamos cambiar las miradas, necesitamos cambiar las preguntas.
La mirada intimidante de un mundo desconocido para una generación política que no entiende su país, ni el mundo donde vive, no puede avanzar hacia algo positivo. La política desligada de la vida solo trae muerte, algunos topos no se atemorizan, pero tampoco pueden dar soluciones, son ciegos.
Se observa, como topos escapan de los leones, sin embargo, nadie se pregunta si existe alguien capaz de ver la mira y disparar. Bolivia espera.