Agronegocio; Bolivia en subasta: La Sumisión Política que Da Licencia para Quemar y Depredar

Agronegocio; Bolivia en subasta: La Sumisión Política que Da Licencia para Quemar y Depredar

Lo que presenciamos en el «subasten Bolivia al agronegocio» o Foro Agropecuario 2025 no fue un debate, fue un ritual de servidumbre. Los candidatos de la derecha boliviana, Manfred Reyes Villa, Samuel Doria Medina y Jorge «Tuto» Quiroga, se arrodillaron ante una élite rapaz, sellando un pacto que otorga una licencia para quemar y continuar la depredación agropecuaria de Bolivia. Esta sumisión política promete desmantelar la Función Económica Social (FES), mientras el agronegocio sigue evadiendo impuestos y financiando su ecocidio con los fondos de pensiones de todos los bolivianos.

El Ritual de Servidumbre: Políticos Disfrazados de Gerentes del Agronegocio

«Fue una escena cuidadosamente coreografiada de sumisión política», describe el analista, economista ambiental Stasiek Czaplicki Cabezas. Y es que los aspirantes presidenciales no desfilaron ante el país, sino ante sus verdaderos electores: los dueños del agronegocio. Soyeros, ganaderos, azucareros y banqueros con tierra, una élite que representa menos del 1% de la población pero que concentra el 25% del diésel subvencionado y un poder mediático y económico avasallador.

El compromiso fue claro y obsceno: entregarles el país. La promesa central es la anulación de la Función Económica Social (FES), la barrera constitucional que exige un uso sostenible de la tierra. Eliminarla es darles una licencia para quemar sin restricciones, acelerando la destrucción de la Chiquitanía y la Amazonía. «Tuto» Quiroga lo dijo sin tapujos: «prohibido prohibir», una frase que se traduce en vía libre para el desmonte, los transgénicos y la devastación.

La Gran Estafa: El Falso Agro que Depreda y el Verdadero Agro que Alimenta

Mientras esta élite dictaba la agenda nacional, el verdadero sector agropecuario de Bolivia estaba ausente. El agronegocio depredador se compone de menos de 25.000 productores de soya y 40.000 ganaderos, generando apenas unos 4.000 empleos formales en la soya. Su producción está destinada a «engordar chanchos y alimentar pollos en los Andes», no a la mesa de los bolivianos.

El sector agropecuario real, el que garantiza la seguridad alimentaria del país, es otro. Son las 900.000 unidades familiares dispersas en valles, altiplano y Amazonía; ; son quienes realmente alimentan a Bolivia. La cumbre fue un acto cerrado entre políticos y una minoría rapaz, ignorando a la inmensa mayoría que trabaja la tierra para vivir y dar de comer.

La Maquinaria del Saqueo: Bajos Impuestos al agronegocio y tu Jubilación para sus Llamas

La estrategia para consolidar este modelo de depredación agropecuaria se basa en un saqueo financiero con dos pilares: no pagar impuestos y usar el dinero público para financiarse.

  • Impuestos de Risa: Entre 2012 y 2014, las seis mayores comercializadoras de soya facturaron 1200 millones anuales pero sólo pagaron 11,3 millones de impuestos. ¡menos del 1% de sus ventas! Mientras extraen fortunas de la tierra boliviana, su contribución al Estado, es una burla.
  • Tu Jubilación Financia el Ecocidio: El informe «Las Finanzas Grises del Agronegocio en Bolivia» revela la conexión más perversa. Los fondos de pensiones (Gestora Pública) canalizan millonadas hacia este sector. En 2022, la cifra ascendió a $2.569 millones de dólares en inversiones directas e indirectas. El dinero de la jubilación de los bolivianos se usa para financiar la maquinaria que quema los bosques —565.423 hectáreas perdidas en la Chiquitanía solo entre 2016 y 2021— y destruye los ecosistemas de los que dependemos para existir.

Bolivia en Subasta: No se Eligen Gobernantes, sino Capataces

Lo que se avecina no es un proceso electoral, es una subasta. No se disputa el voto del pueblo, sino el respaldo de quienes poseen la tierra, el crédito y los canales de televisión. La derecha boliviana, que antes de 2006 dejó un país sumido en racismo, desigualdad y saqueo estructural, se presenta hoy como la solución, cuando en realidad ofrece una continuidad de ese mismo modelo de saqueo.

Como concluye Czaplicki: «No elegiremos a gobernantes, sino a capataces». La pleitesía a esta élite depredadora está asegurada, solo cambia el acento del político de turno. Frente a esta maquinaria, la disyuntiva es clara y brutal: «Ellos necesitan del ecocidio para seguir enriqueciéndose. Nosotros, de los ecosistemas, para seguir existiendo».

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