El colapso del Banco Fassil, calificado por la Unidad de Investigación Financiera como «la estafa piramidal más grande de la historia» de Bolivia, no fue solo una crisis financiera; fue la radiografía que expuso el intrincado poder de la élite agroindustrial cruceña, revelando cómo un puñado de familias utilizó la entidad para desviar fondos, consolidar su dominio económico y poner en riesgo los ahorros de 900 mil personas y más de USD 1.140 millones de los fondos de pensiones del país. Esta información proviene del texto Santa Cruz S.A. El mito empresarial y la realidad depredadora, un exhaustivo trabajo realizado por Stasiek Czaplicki, Suzanne Kruyt, José Octavio Orsag, Blanca Rivero, Huáscar Salazar. Lo puedes descargar acá (Santa Cruz S.A. El mito empresarial y la realidad depredadora)
El Engranaje del Poder: Las Familias y Nombres Detrás del Colapso
Lo que se presentaba como un caso de éxito financiero ocultaba un sistema cerrado de acumulación. La estructura de control del banco demuestra un sistema oligopólico donde las mismas élites controlan tanto la producción como las finanzas. La entidad estaba dominada por seis familias cruceñas: Wille, Roca Suárez, Velasco Bruno (a la que pertenece el candidato a vicepresidente de Jorge «Tuto» Quiroga), Urenda, Chahín y Pareja Roca.
Estas familias se aglutinaban en la Sociedad de Inversiones de La Sierra S.A., que a su vez controlaba Santa Cruz Financial Group S.A., el núcleo del conglomerado Fassil. Al frente de toda esta compleja estructura se encontraba Juan Ricardo Mertens Olmos, quien presidía simultáneamente varias empresas del grupo, evidenciando una concentración extrema del poder.
El Mecanismo del Desvío: Créditos Millonarios a Nombres Clave
La operación se materializó entre 2018 y 2021, cuando más de 50 empresarios recibieron créditos millonarios. El esquema consistía en desviar aproximadamente USD 580 millones hacia una cuenta de Santa Cruz Financial Group, mientras se inflaban los precios de inmuebles para justificar las transacciones.
Lo más alarmante es la identidad de los principales beneficiarios de estos créditos, nombres clave del agronegocio cruceño:
- Luis Barbery Paz (Unagro): Recibió un crédito de USD 5.1 millones.
- Tatiana Marinkovic y Leonel Pedrotti (Industrias Oleaginosas S.A. – IOL): Beneficiados con otros USD 5.1 millones, son esposos, Tatiana Marinkovic es hermana de Branco Marinkovic.
- Tsutomo Fukuhara Kimura (Agro Naciente S.R.L.): Se le otorgó un crédito de USD 6.5 millones.
Estos son solo algunos de los múltiples empresarios vinculados a la agroindustria y al sector inmobiliario que formaron parte de este mecanismo sistemático.
Los Ahorros de los Trabajadores al Servicio del Agronegocio
Un elemento especialmente preocupante fue la canalización de los fondos de pensiones de los trabajadores bolivianos hacia este conglomerado. A través del Fondo Renta Activa Agroindustrial, administrado por Santa Cruz Investments (parte del grupo Fassil), los ahorros de las AFP (hoy Gestora Pública) se invirtieron directamente en el agronegocio, sin transparencia ni garantías de retorno social. Esto demuestra cómo los recursos públicos y privados circularon por canales opacos para consolidar posiciones de poder. USD 1.140 millones de fondos previsionales en riesgo por el banco Fassil, parte de este dinero se destinó a la agroindustria.
Poder Económico y Político: Los Nombres que Trascienden el Escándalo
El caso Fassil también revela la profunda conexión entre el poder económico y la capacidad de influencia política de sus protagonistas.
- Luis Barbery Paz: No solo es presidente de Unagro, el principal productor de azúcar y etanol, sino que también fue presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) entre 2019 y 2023. Desde esa posición, fue clave en la aprobación de la Ley del Etanol, que aseguró un mercado cautivo para su sector. A pesar del escándalo, en 2023 asumió la presidencia del «Pacto Global», una iniciativa de la ONU que se alinea con el mepresariado cruceño.
- Familia Marinkovic: Controla Industrias Oleaginosas S.A. (IOL), que representa el 22% de la capacidad de molienda de Bolivia, formando parte de un trío de empresas que domina el 84% del sector.
Estos ejemplos desmienten la idea de que los sectores económicos operan de forma autónoma, el mito de que el empresariado cruceño se hizo solo . Por el contrario, el caso Fassil expone un sistema integrado donde un puñado de familias utiliza las instituciones financieras para expandir su poder, influir en las políticas nacionales y, como se ha visto, arriesgar los ahorros de todo un país, mientras su directorio se autoasignaba dietas de USD 45.000 mensuales.
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