En el complejo mapa de la recaudación tributaria de América Latina, Bolivia ocupa una posición intermedia pero sólida: no es un paraíso fiscal de bajos impuestos, pero tampoco alcanza a los líderes regionales como Brasil. Con una presión tributaria del 23,9% de su PIB, el país se sitúa por encima del promedio latinoamericano, demostrando una capacidad de recaudación respetable.
Sin embargo, detrás de esta cifra se esconden desafíos estructurales: una fuerte dependencia de los impuestos al consumo y de los volátiles ingresos por recursos naturales, y una baja contribución de los impuestos a la renta, lo que limita su capacidad para reducir la desigualdad.
Este análisis, basado en el informe «Estadísticas tributarias en América Latina y el Caribe 2025» de la OCDE y otros organismos internacionales, revela que, si bien Bolivia ha mejorado significativamente en las últimas dos décadas, aún enfrenta retos cruciales para consolidar un sistema fiscal más justo y sostenible.
Bolivia en el Ranking de Recaudación Tributaria: ¿Cómo se Compara con sus Vecinos?
Según el informe elaborado por la OCDE, CEPAL, CIAT y BID, la recaudación tributaria de Bolivia en 2023 la posiciona en el décimo lugar entre 26 países de la región. Este 23,9% del PIB está 2,6 puntos porcentuales por encima del promedio de América Latina y el Caribe (21,3%), lo que indica una gestión fiscal más eficiente que la de la mayoría de sus pares. Para ponerlo en perspectiva, así se compara Bolivia con los extremos de la región:
Países con mayor recaudación: Bolivia está considerablemente por debajo de los líderes como Brasil (32,0%), Jamaica (29,0%) y Argentina (27,8%). Estos países tienen sistemas tributarios más robustos y diversificados. Países con menor recaudación: Por otro lado, Bolivia supera ampliamente a las naciones con menor presión fiscal, como Guyana (11,6%), Panamá (11,9%) y Guatemala (14,0%).
«La posición de Bolivia en la región es positiva en cuanto a su coeficiente tributario total (% del PIB), situándose por encima de la media de ALC y entre los diez primeros países», concluye el informe de la OCDE.
Además, mientras la recaudación promedio en la región disminuyó ligeramente en 2023, la de Bolivia experimentó un leve aumento, demostrando cierta resiliencia.
La Estructura de los Impuestos en Bolivia: Fortalezas y Debilidades
El análisis de dónde provienen los ingresos revela las particularidades del sistema boliviano. A diferencia de las economías más desarrolladas, Bolivia depende fuertemente de los impuestos indirectos, lo que tiene implicaciones directas en la equidad social.
Pilar 1: Impuestos al Consumo (IVA): Al igual que el resto de la región, la principal fuente de ingresos de Bolivia son los impuestos sobre bienes y servicios, que representan el 51,6% del total recaudado. El IVA es el rey, aportando el 31,1% de los ingresos.
Pilar 2: Cotizaciones a la Seguridad Social: Aquí radica una de las grandes diferencias. Bolivia depende significativamente más de las cotizaciones a la seguridad social (24,1%) que el promedio regional (16,6%). Esto se debe a su sistema público o mixto, similar al de Argentina y Brasil.
El Talón de Aquiles
Impuestos sobre la Renta: La mayor debilidad del sistema tributario boliviano es su baja recaudación de impuestos sobre la renta y las ganancias (12,1%). Esta cifra es menos de la mitad del promedio de América Latina (29,6%). Este tipo de impuestos es considerado el más progresivo, ya que grava más a quienes más tienen y es clave para reducir la desigualdad. «El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) en la región tiene un efecto redistributivo limitado, reduciendo la desigualdad solo un 2%, en contraste con el 12% en los países de la Unión Europea», señala el informe de la OCDE, una realidad que en Bolivia es aún más pronunciada.
Los Retos a Futuro de Bolivia en la Recaudación Tributaria: Menos Dependencia de los Hidrocarburos y una Base Imponible más Amplia
Si bien la posición de Bolivia es relativamente buena, enfrenta desafíos estructurales que podrían comprometer su sostenibilidad fiscal a largo plazo.
1. Reducir la Dependencia de los Recursos Naturales: Como país productor de hidrocarburos, una parte importante de sus ingresos, tanto tributarios como no tributarios, depende de la volatilidad de los precios internacionales.
En 2023, la recaudación del impuesto a las sociedades de las empresas de petróleo y gas disminuyó, evidenciando este riesgo. Los ingresos no tributarios (regalías y otros) también cayeron, limitando la capacidad de gasto del Estado.
2. Fortalecer los Impuestos Directos: El principal reto es ampliar la base imponible y mejorar la recaudación de los impuestos a la renta, tanto de personas como de empresas. Esto no solo generaría ingresos más estables, sino que también haría el sistema más justo y efectivo para combatir la pobreza y la desigualdad, que según la CEPAL, se mantienen por encima de los niveles prepandemia.
3. Combatir la Informalidad: La alta informalidad en la economía boliviana reduce considerablemente la base de contribuyentes, sobrecargando al sector formal. Como informó el diario La Razón, el 53,9% de toda la recaudación hasta agosto de 2025 provino de solo 100 grandes empresas, con YPFB y la Cervecería Boliviana Nacional (CBN) a la cabeza.
4.Gestionar la Deuda: El informe de la OCDE advierte que el servicio de la deuda como porcentaje de la recaudación en la región se ha duplicado, limitando el espacio para la inversión social. Mejorar la recaudación es fundamental para no comprometer el futuro.
En resumen, Bolivia ha logrado construir una capacidad de recaudación superior a la de muchos de sus vecinos, un logro significativo. Sin embargo, para dar el salto hacia un desarrollo más equitativo y sostenible, el país necesita una reforma fiscal profunda que fortalezca los impuestos directos, diversifique sus fuentes de ingreso más allá de los recursos naturales y formalice su economía.
Más Allá de las Cifras: Por Qué una Sólida Recaudación Tributaria es el Cimiento del Futuro de Bolivia
Más allá del debate técnico sobre porcentajes del PIB y rankings regionales, es fundamental entender por qué una recaudación tributaria robusta y equitativa no es un simple indicador económico, sino el motor silencioso del Estado y la materialización del pacto social.
Lejos de ser un castigo o una carga, los impuestos son la inversión colectiva más importante que una sociedad hace en sí misma, el combustible que financia desde el asfalto de las carreteras y la tiza en las aulas hasta el sueldo del personal de salud y la seguridad en las calles. En el caso de Bolivia, cuya posición está por encima del promedio regional, el desafío no es solo mantener esa capacidad, sino transformarla para que sea más justa y eficaz. Una estructura fiscal que depende en más de un 50% de los impuestos al consumo (como el IVA) tiende a ser regresiva, ya que impacta con mayor fuerza en los bolsillos de las familias de menores ingresos.
Por el contrario, fortalecer la recaudación de los impuestos a la renta —el gran reto pendiente para el país— es la herramienta más poderosa para la redistribución de la riqueza y la lucha contra la desigualdad. Un sistema donde quienes más ganan contribuyen en mayor proporción es la base de una sociedad más cohesionada y con igualdad de oportunidades. Asimismo, una recaudación sólida es sinónimo de soberanía nacional. Un Estado que puede financiarse a través de sus propios ciudadanos es menos dependiente de los volátiles precios de las materias primas, como los hidrocarburos, y de los condicionamientos de los préstamos internacionales. Le permite planificar a largo plazo, invertir en infraestructura, ciencia y tecnología, y construir una red de protección social que ampare a los más vulnerables en tiempos de crisis, sin tener que hipotecar su futuro.
En última instancia, la discusión sobre la recaudación tributaria en Bolivia trasciende la frialdad de las estadísticas. Se trata de una conversación sobre el tipo de país que se quiere construir. El reto no es simplemente recaudar más, sino recaudar mejor: de manera más justa, más transparente y más eficiente. Porque una recaudación tributaria robusta y equitativa no es solo una meta económica; es la herramienta más poderosa para edificar una nación soberana, justa y con un futuro próspero para todos sus ciudadanos.