Rodrigo Paz y Edmand Lara han ganado la presidencia de Bolivia con el 54,61% de los votos en un histórico balotaje, pero su victoria llega con una compleja dualidad: el supuesto respaldo del voto condicionado de Evo Morales, quien les atribuye el triunfo al «voto evista» pero les advierte que no tienen un «cheque en blanco», y la bienvenida inmediata de Estados Unidos, que ve en el nuevo gobierno una «oportunidad transformadora» para ser un socio clave en la región.
Este escenario coloca al binomio del PDC en una encrucijada desde el primer día: deberán gobernar bajo la atenta y a menudo hostil mirada del «evismo» en casa, mientras gestionan las altas expectativas de una superpotencia que busca recuperar su influencia en el país tras dos décadas de administraciones del MAS.
El «Voto Evista» Prestado: El Condicionamiento de Evo Morales
Apenas se confirmaron los resultados preliminares, Evo Morales se apresuró a reclamar la victoria como propia. A través de sus redes sociales, aseguró que el triunfo de Paz y Lara fue posible gracias al «voto de los indignados» por su proscripción y al 1.3 millones de votos nulos de la primera vuelta que se volcaron hacia el PDC.
«Paz y Lara ganaron con el voto evista», sentenció Morales, pero inmediatamente puso sus condiciones. «El pueblo (…) no tuvo otra opción que votar por Paz y Lara. Pero no les da un cheque en blanco«. El mandato del «voto evista», según el exmandatario, es claro y se asemeja a una advertencia: No destruir el Estado Plurinacional ni las conquistas sociales.
No aplicar medidas neoliberales ni someterse al «imperialismo». No reprimir la protesta social y gobernar «consultando al pueblo». Esta declaración establece un campo minado para el nuevo gobierno. Cualquier medida económica de ajuste o acercamiento a Estados Unidos será interpretada por el ala dura del MAS como una traición al «mandato popular» que, según ellos, les entregaron en las urnas.
La Bienvenida de EEUU: «Una Oportunidad Transformativa»
En un contraste absoluto con la advertencia de Morales, la reacción de Estados Unidos fue de brazos abiertos. El secretario de Estado, Marco Rubio, emitió un comunicado felicitando a Rodrigo Paz y manifestando la predisposición de Washington para ser un «socio» clave de Bolivia.
“Después de dos décadas de administraciones desacertadas, la elección de Rodrigo Paz inaugura una oportunidad transformativa para ambas naciones. Estados Unidos está presto para ser socio con Bolivia en las prioridades compartidas”, dice la declaración de Rubio. Las prioridades de EEUU son claras: combatir la migración ilegal, mejorar el acceso a la inversión bilateral y luchar contra el crimen organizado. lo cúal pareció mas una advertencia que felicitación.
El propio Paz reveló que ya recibió una llamada del subsecretario de Estado, Cristopher Landau, de parte del gobierno de Donald Trump, y afirmó que la relación con Washington será «parte de la solución» para la crisis de hidrocarburos. «Ellos están en pleno respaldo», aseguró el presidente electo.
Paz y Lara: Un Llamado a la Unidad en un Escenario Complejo
Conscientes de la polarización, tanto Rodrigo Paz como su vicepresidente, Edmand Lara, han hecho un llamado a la «unidad y reconciliación». Tras confirmarse su victoria, Paz extendió la mano a sus adversarios. «Hoy, desde la victoria, extendemos la mano para gobernar con todos los hombres y mujeres que quieran a la patria», afirmó.
Lara, por su parte, subrayó que «la patria está primero» y prometió «cambios estructurales» para luchar contra la corrupción y recuperar la economía. El nuevo gobierno asume el 8 de noviembre con el desafío de navegar entre dos fuerzas poderosas y antagónicas. Deberá encontrar un delicado equilibrio para implementar su programa sin desatar la furia de un «evismo» que se siente dueño de su victoria, al tiempo que responde a las expectativas de un aliado estratégico como Estados Unidos, que ve en su llegada al poder la oportunidad de reconfigurar el mapa geopolítico de la región.
