La reciente encuesta del empresario boliviano Marcelo Claure ha desatado una tormenta de críticas y dudas en el ámbito político nacional. Este estudio, realizado por la desconocida firma Panterra, presenta múltiples observaciones y errores que han llevado a cuestionar su legitimidad. Aquí desglosamos los puntos más polémicos de este sondeo que incluye, sorprendentemente, al inhabilitado expresidente Evo Morales como candidato.
Errores en la encuesta de Claure: sumas imposibles y cifras confusas
El ex viceministro Sebastián Michel fue uno de los primeros en señalar fallos graves en la encuesta. Destacó que los resultados muestran inconsistencias matemáticas en las sumas de porcentajes por departamentos. Por ejemplo, en Cochabamba, los resultados superan el 120%, mientras que en otros lugares apenas alcanzan el 70%.
Entre las observaciones, Michel preguntó:
- ¿Por qué Carlos Mesa aparece en la boleta nacional pero no en las departamentales?
- ¿Cómo puede Luis Fernando Camacho tener solo el 1% de apoyo en Santa Cruz pero 25% en Cochabamba?
- ¿Por qué los datos de Cochabamba exceden el 100%, mientras otros departamentos no suman ni el total esperado?
Estas inconsistencias han llevado a que la encuesta sea calificada como “direccionada” y “poco confiable”. Además, la falta de antecedentes de la empresa Panterra alimenta aún más las sospechas.

Evo Morales en la encuesta: ¿Por qué incluirlo si está inhabilitado?
Un punto que generó especial controversia es la inclusión de Evo Morales en el sondeo. Aunque el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) lo inhabilitó para una nueva postulación, Claure justificó su presencia con el argumento de que «las leyes en Bolivia cambian rápidamente». En sus palabras:
«Sería irresponsable descartar a Evo en las encuestas porque, en Bolivia, todo puede cambiar de un día para otro.»
Según los resultados, Morales aparece empatado con el alcalde de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, ambos con el 18% de intención de voto. Más abajo figuran Samuel Doria Medina (13%), Jorge Quiroga y Camacho (9%), Carlos Mesa (6%), y Luis Arce con un escaso 4%.
Críticas al trasfondo político de la encuesta
Analistas y políticos han cuestionado no solo la metodología de la encuesta, sino también su propósito. Jorge Santistevan, analista político y militar en retiro, aseguró que el estudio está «direccionado al funcionalismo masista». Santistevan expresó su escepticismo:
«¿Cómo creer en alguien que alabó la gestión de Arce y que no respaldó las movilizaciones del censo?»
Por su parte, el expresidente Jorge Tuto Quiroga restó importancia a la encuesta, señalando que en los próximos meses se publicarán “cientos” de estudios manipulados para influir en la opinión pública. Quiroga afirmó:
«De aquí a agosto veremos encuestas grotescamente distorsionadas. En muchas, no se busca reflejar la realidad, sino manipularla.»
Además, criticó a Claure por realizar estudios sobre Bolivia desde su residencia en Estados Unidos, en contraste con empresarios que enfrentan las dificultades de operar en el país.
El trasfondo del conflicto en el MAS y las encuestas
La encuesta también llega en un contexto de conflicto interno dentro del Movimiento al Socialismo (MAS). Morales, desplazado de la dirección nacional del partido tras un fallo del TCP, mantiene una disputa política abierta con el presidente Luis Arce. En medio de este panorama, Claure había señalado anteriormente que el conflicto interno del MAS «es una distracción en tiempos de crisis».
El MAS, sin embargo, celebró los resultados de la encuesta que sitúan a Morales como el principal líder de la oposición, mostrando la fuerza del exmandatario pese a su inhabilitación.
La encuesta de Marcelo Claure ha encendido el debate sobre la objetividad de los estudios de opinión en Bolivia. Con errores evidentes y críticas sobre su imparcialidad, surgen preguntas sobre su verdadero propósito. ¿Es un reflejo de la realidad política o una herramienta para influir en ella?
A medida que el país se encamina hacia un nuevo ciclo electoral, las encuestas seguirán siendo un campo de disputa, donde las cifras, más que informar, podrían ser utilizadas como armas políticas.
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