La minería aurífera en Bolivia ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años, consolidándose como una de las principales actividades económicas del país. Sin embargo, este auge ha venido acompañado de graves impactos ambientales, daños a la salud de las comunidades y una baja contribución fiscal. A pesar de la millonaria facturación del sector, gran parte de sus ganancias quedan en manos privadas, mientras que el Estado recibe ingresos mínimos por regalías e impuestos. Así lo revela el libro A Fuego y Mercurio: Crisis Ecológica y Desigualdades en Bolivia, donde se detalla cómo la minería del oro opera bajo un esquema de beneficios desproporcionados en favor de las cooperativas mineras.
El papel de las cooperativas de minería aurífera y su bajo aporte fiscal
El sector cooperativo domina la minería aurífera en Bolivia. Según A Fuego y Mercurio, el 99,6% del oro extraído en el país es registrado a nombre de cooperativas, que gozan de amplias exenciones fiscales y beneficios estatales. Estas entidades, a pesar de operar como empresas privadas en términos de generación de ingresos, no pagan impuestos sobre utilidades ni están sujetas a la misma carga tributaria que otros sectores económicos.
Entre las políticas que favorecen al sector cooperativo se encuentran:
- Exención del impuesto adicional a las utilidades.
- Reducción de la alícuota de regalías para la explotación del oro.
- Subvención al diésel, lo que representa un gasto estatal de 977 millones de dólares en 2022.
A pesar de estas ventajas, el aporte de la minería aurífera al Estado es mínimo. Las regalías representan apenas un 2,5% del valor del oro extraído, mientras que la mayor parte de las ganancias quedan en manos privadas.
En palabras fáciles pagan un porcentaje de 2,5% de impuestos acorde a lo que extraen, pero de su ganancia total, NO PAGAN IMPUESTOS.
Territorios más afectados por la minería aurífera
La expansión descontrolada de la minería aurífera ha impactado gravemente en zonas protegidas, territorios indígenas y ecosistemas frágiles. Entre los lugares más afectados, A Fuego y Mercurio identifica:
- Norte de La Paz: Esta región sufre una contaminación severa por la minería de oro, lo que ha afectado a comunidades locales y reservas naturales.
- Corredor de conservación MACPL: En esta área, tres territorios indígenas han sido fuertemente impactados:
- Marka Cololo Copacabana Antaquilla: Afectado en un 62% de su territorio.
- Pueblo Indígena Lecos de Larecaja: Con 14% de su territorio afectado.
- Organización Originaria Marka Camata: Con 12% de su superficie impactada.
- Miraflores: Comunidad donde la minería aurífera ha destruido plantaciones agrícolas, afectando directamente la economía local.
El alto costo ambiental de la minería aurífera
Según A Fuego y Mercurio, la minería de oro en Bolivia es una de las actividades con mayor impacto ecológico. La deforestación y el uso intensivo de mercurio han convertido a este sector en un factor clave de contaminación. De las 191 toneladas de mercurio importadas en 2019, al menos 141 toneladas se destinaron a la minería legal, una cifra alarmante que posiciona a Bolivia entre los tres principales importadores mundiales de este químico altamente tóxico.
El mercurio utilizado en el proceso de extracción de oro afecta gravemente a los ecosistemas acuáticos y la salud humana. Se estima que por cada kilogramo de oro producido en minería subterránea se usan hasta cinco kilogramos de mercurio, contaminando ríos y suelos, lo que pone en riesgo a comunidades que dependen de estos recursos naturales para su sustento.
Efectos en la salud y en las comunidades
La exposición prolongada al mercurio puede provocar trastornos neurológicos, enfermedades renales y daños irreversibles en el sistema inmunológico. Según el estudio, las poblaciones indígenas y comunidades rurales son las más vulnerables, ya que dependen del consumo de agua y peces contaminados. A largo plazo, la contaminación por mercurio pone en peligro la seguridad alimentaria y el bienestar de miles de familias.
Un sector que debe ser regulado con urgencia
El auge de la minería aurífera en Bolivia representa un desafío complejo. Por un lado, genera ingresos para un sector privilegiado, pero a costa de la devastación ambiental y la desigualdad fiscal. Como destaca el libro A Fuego y Mercurio, el actual modelo de minería beneficia a unos pocos mientras el Estado y las comunidades cargan con los costos ecológicos y sociales.
Es urgente revisar las políticas de subvenciones y exenciones fiscales en el sector minero, establecer controles más estrictos en el uso del mercurio y garantizar que las ganancias del oro realmente contribuyan al desarrollo del país. Solo con una regulación efectiva y un enfoque sostenible se podrá mitigar el impacto negativo de esta actividad en Bolivia. O mejor aún, que se detengan y se vayan porque no benefician a nadie.
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