Desde la colonización española hasta el nacimiento de “la república” Boliviana, se dieron cambios trascendentales y estructurales en cuestiones de raza, cultura, economía, geopolítica y tecnología. La colonización española cambió todo un mundo que, en las palabras de Eduardo Galeano diríamos: el nuevo mundo nacido de aquella equivocación de consecuencias grandiosas. La colonización española duró aproximadamente trescientos años hasta la independencia de los países en Latinoamérica, dos puntos importantes eran la premisa de los españoles en este nuevo mundo, el saqueo de los recursos naturales como oro y plata y la evangelización del “indígena”; en este transcurso de tiempo se dieron procesos de aculturación recalcitrante, ya que, cuando los españoles llegaron a América se desconocía absolutamente todo sobre sus habitantes, sus costumbres, sus métodos educativos, los vestidos, la higiene, sus métodos alimenticios, sus sistemas tributarios y su organización económica, su forma de gobierno, etc. Se vieron enfrentados al desafío de habitar en las mismas tierras con otra gente de la que desconocían todo y con sistemas de creencia extraños, diferentes a ellos; los colonizadores eran gente de distinta extracción social, pero a pesar de sus diferencias todos eran producto de una sociedad que tenía una serie de actitudes muy definidas, con los valores cristianos en el vértice de la pirámide en cuanto a la forma de enfocar sus actos. A su llegada a las Indias, se vieron enfrentados, de forma consciente o inconsciente, con el gran problema fundamental: “el de la unidad y la diversidad de la raza humana” (más adelante hablaremos de esta cosmovisión de bivalencia occidental) la cosmovisión del “indígena” que, por otro lado, era diversa, podía tener muchos dioses, la diferencia entre lo bueno y lo malo podía ser abigarrada y he aquí el primer punto inicial del choque de culturas que dio lugar a la intolerancia y rechazo del mundo occidental.
El mestizaje, la aculturación y el sincretismo en la colonia
Con la llegada de los primeros españoles hasta el final de la conquista, las circunstancias fueron ideales para al desarrollo rápido y masivo del mestizaje biológico. La conquista fue acompañada de “una orgía sexual, no violenta, porque las mujeres indígenas carecían del pudor al estilo europeo y se sentían fuertemente atraídas por los recién llegados”; así es que la religión se terminó “mezclando” con la cosmovisión de los pueblos conquistados. Según Tuñón de Lara, el mestizaje durante la época colonial fue mucho más amplio y extenso de lo que dejan traslucir las fuentes históricas, pero poco puede decirse sobre él desde el punto de vista estrictamente biológico. Los términos de significación racial no se emplearon desde ese sentido, sino que definieron prejuicios sociales, no biológicos. El verdadero prejuicio en el siglo XVI no era la raza, como queda claro con la constante unión entre colonos y mujeres indígenas, sino de religión ante el infiel y el pagano.
La sociedad que salió del mestizaje y de las relaciones entre las razas fue una “amalgama regida por prejuicios, hábitos y leyes no escritas sin equivalencia con la situación en España”. Si algo hemos aprendido de la historia es que ésta no es lineal es un entramado espiral de acontecimientos y fenómenos, en este sentido el sincretismo, como parte de una aculturación, ambos, son un devenir de las interacciones culturales. Aunque una de ellas o ambas terminen desapareciendo en el espacio – tiempo, si quedan pocas huellas de la lengua y de la literatura indígena.
En el caso de la religión la presión española fue todavía mayor, puesto que el progreso de la conquista iba acompañado de la destrucción de los ídolos indios, los franciscanos y religiosos enviados en 1523 a la Nueva España y en 1534 a Perú fueron los principales motores del cambio ideológico-jurídico, a partir de su vertiente religiosa, entre los indios. Para adoctrinar a los indios, pronto advirtieron los misioneros, que era inútil recorrer en marchas agotadoras asentamientos muy dispersos, por lo que concentraron a los indígenas en misiones. En esas misiones se “reducía” a los nómadas a una vida sedentaria, se les enseñaba a cultivar la tierra, a construir una ermita, a ocultar la desnudez de sus cuerpos, etc. Los misioneros actuaban como “constructores y arquitectos, maestros de técnicas agropecuarias y artesanas europeas, directores de empresas económicas y administradores de comunidades y otros mil oficios más”, para enseñar la doctrina cristiana a unos indios en circunstancias difíciles. Según Domínguez Ortiz, la oposición religiosa indígena desempeñó un papel en la resistencia inicial y esto dio lugar a un sincretismo “camuflado”, en muchos sentidos, la pintura de “la virgen del cerro” que se encuentra en la casa de la moneda en Potosí, Bolivia es un claro ejemplo de ello; Según Tuñón de Lara, la red de misiones fronterizas subsistió, pero el espíritu y celo en su trabajo fue decreciendo paulatinamente, mientras avanzaba la frustración por no haber conseguido culminar el objetivo de evangelización total y de crear una elite indo cristiana.
En lo legislativo, los legisladores hispanos legislaron en la mayor parte de las ocasiones a partir de sus intereses como colonizadores y se tendía a ignorar la identidad de los pueblos indígenas y del conjunto de sus derechos. Pero progresivamente, para una adecuación correcta de los españoles en un contexto radicalmente distinto, tanto cultural, demográfico y de identidad, se fue aceptando un cierto encaje de los usos y costumbres indígenas en la aparentemente hermética legislación de la metrópoli. Así es que, Domínguez Ortiz, nos dice que el proceso de aculturación no procede de las luchas bélicas, puesto que las hostilidades no fueron muy duraderas, excepto en la conquista de México y la lucha de Hernán Cortes y, en el sur de Chile, contra los araucanos; en cambio dicha aculturación tuvo mucho más éxito y mayor trascendencia mediante la infiltración de elementos culturales que fueron extendiéndose entre la masa indígena y formando “por primera vez en la historia” unos vínculos unificadores entre una serie de culturas muy distintas en su ser inicial.
El trabajo de aculturación de los colonizadores se puede calificar como de gran éxito: América, un siglo después de ser descubierta, ya es un mundo que no tiene nada que ver con el antiguo, sólo conserva del original huellas, vestigios. Ya no conserva culturas propias, incapaces de renovarse con la llegada de las nuevas europeas. Las lenguas indígenas que conservaban seguían vivas, pero cada vez más apartadas y centradas en núcleos más pequeños. Además los españoles nunca acabaron de entender esas lenguas, que para algunos eran una prueba clara de su “barbarie”, la falta de una lengua escrita era una de las razones más importantes para que en el sentimiento de los colonizadores se tuviesen serias dudas sobre la capacidad de los indios para dirigir sus vidas de la forma apropiada sin ayuda de ellos, en pocas palabras, veían a los indígenas como salvajes que hay que educar, lo cual nos lleva al siguiente punto “la bivalencia y comprensión del mundo occidental de la realidad”.
La bivalencia occidental
La sociedad occidental está enfrascada y estancada en una racionalidad recalcitrantemente concreta y lineal; su forma de concepción de la inteligencia está obtusamente encaprichada en mantener viejos paradigmas para el control consciente o inconsciente del dominio sobre las clases sociales, con efectos como la discriminación racial o la exclusión social; Ovejero Bernal, lanza una crítica muy dura a la exclusión social sobre el concepto que nace de la toma de los test respecto a la inteligencia; el cual está apoyado en un discurso científico( J. Lacan), que es tomado como una especie de “verdad absoluta” porque lo dice y comprueba “la ciencia”. El punto es que gran parte de la sociedad occidental, especialmente EEUU y gran parte de Europa, está estancada en una racionalidad obtusa y absoluta como imagen fálica de una subjetividad que viene desde una espiral histórica cristiano-romano-occidental. Dejando que su gente caiga en una especie de ignorancia de lo abstractamente descriptivo; ya que su discurso científico ( J. Lacan )(que además está muy de moda y paradójicamente termina siendo muy subjetivo) reprime y rechaza lo simbólico y el pensamiento mágico del ser humano (como la existencia de un dios o las cosmovisiones y mitos trivalentes de otras culturas) parte estructuralmente importante para el análisis y la síntesis (Piaget): lo abstracto; en cambio, la forma de abstracción de estas sociedades, parten de lo puramente racional por eso su concepción de vida es bivalente para ellos es bueno o malo, es blanco o negro, etc. No es de extrañarse que quieran alfabetizar y clasificar todo desde los códigos de su subjetividad y escolarización occidental; ignorantemente sin darse cuenta que deberían empezar por los códigos culturales de ese contexto y su subjetividad (es obvio que detrás se juegan objetivos burocráticos, político-económicos los cuales están ligados a una economía puramente de consumo).
La aculturación en la república
Todo ser humano que nace en un entorno socio cultural va interiorizando un ser propio de ese entorno y del grupo en el que se cría aprende, incorpora, interpreta y reinterpreta formas de actuar, sentir y pensar propias de ese contexto tamizadas respecto a la interpretación socializadora de sus agentes socializantes; la república no es más que una reafirmación de una visón bivalente occidental, una concepción napoleónica, positivista de la realidad, el entramado de transformaciones culturales se alinea a esta visión. Con la revolución francesa nace el capitalismo y la era industrial, el fin del feudalismo en el mundo europeo, pero no en Latinoamérica, (por ej. el pongueaje en Bolivia terminaría con la revolución del 1952), la misma se empieza a convertir en una imagen mal hecha, un espejo mal reflejado de Europa y posteriormente de EE.UU. Surgen los potentados del estaño y la plata, entre criollos, mestizos, cholos e indios, la concepción feudal se camufla tras un mercantilismo “industrial”, porque sólo sería una industria del “primer mundo”, sólo de explotación de materia prima, por ejemplo el cobre de Chile y Bolivia serviría para que el hombre llegue a la luna y para que se fabrique las balas con las que los estadunidenses matarían posteriormente a los vietnamitas. En todo esto hay un punto importante que recalcar; las categorías de lo macro y lo micro cultural, las clases sociales en Latinoamérica, ¿Qué es lo que soy? hispano, indio, cholo, mestizo, ¿Pertenezco a latino américa o a mis raíces? ¿Cuál es mi comunidad? y aquí surge una dirección que marcaría la cultura latino americana hasta el día de hoy, realizada por la cultura “más fuerte”, ser de cuna noble y tener un apellido español me va a dar categoría, durante la colonia muchas mujeres y familias buscaban bautizar a sus hijos con un apellido español, ya sea por padrinazgo o enrolándose sexualmente con los terratenientes “patrones” mestizos y criollos, con el fin de alcanzar la “casta” de la cultura ganadora, la cultura vencedora, la “más fuerte”, la española, lo cual nos lleva a los siguientes puntos ¿Qué es la aculturación negativa? Y “el mito del indio bruto”.
Aculturación negativa, bilingüismo pasivo y el mito del indio bruto
Aculturación negativa se refiere al resultado de un proceso en el cual una persona o un grupo de ellas adquieren una nueva cultura (o aspectos de la misma). Los individuos de la cultura dominada se adaptan, es decir, se trasforman culturalmente, incorporando elementos de la cultura dominante. Una de las causas externas tradicionales; en la aculturación intervienen diferentes niveles de destrucción, supervivencia, dominación, resistencia, soporte, modificación y adaptación de las culturas nativas tras el contacto culturalmente de otra cultura avasallante, Fausto Reinaga nos comenta que el indio ni siquiera tiene una categoría en los procesos de coloniaje, es tratado peor que un perro, la concepción cristiana romano occidental que tiene el cholo, sea blanco o mestizo, es de un “indio bruto”, de un animal, un salvaje que no entiende las cosas y que encuentra todo instrumento de subordinación y sometimiento hacia él (algo parecido a lo que sufre el inmigrante latino en EE.UU. pero ese es otro tema), pero por qué, “no entiende las cosas”, la respuesta puede estar en tres pilares fundamentales, el idioma materno, la cosmovisión cultural y el empoderamiento como persona individual y colectiva. En el libro “Ser joven en el alto” se explica lo importante que es el idioma materno en el proceso de interculturalidad, alienación e identificación sólida de una cultura. Un bilingüe pasivo es una persona que además de entender y hablar un idioma, entiende una segunda lengua pero no la habla y en casos extremos de aculturación negativa se presentan situaciones de diglosia negativa que es el caso, producto de la colonización, esta es cuando la situación de convivencia de dos variedades lingüísticas en el seno de una misma población o territorio, donde uno de los idiomas tiene un dominio o preferencia (como lengua de cultura, de prestigio o de uso oficial) frente a otro, que es relegado a situaciones socialmente inferiores de la oralidad, la vida familiar y el folklore.
Existe diglosia cuando hay un reparto de funciones entre una variedad alta (A) y una variedad baja (B), de forma que cada una es usada solo en ciertos ámbitos o dominios: la variedad A, en situaciones formales y distantes, y la B, en contextos informales. Resultaría impropio o ridículo usar indistintamente ambas variantes. La comunidad diglósica considera que la variedad A es más prestigiosa que la variedad B. La variedad B suele adquirirse como lengua materna, en tanto que la A solo se aprende formalmente en contextos académicos.
La variedad A posee unas categorías gramaticales que se reducen o desaparecen en la variedad B. La variedad A dispone de un léxico culto, técnico y especializado del que carece B. A su vez, ésta cuenta con el vocabulario y las expresiones fraseológicas propias del ámbito familiar y popular. La variedad A está estandarizada gracias a la elaboración de gramáticas, diccionarios y normas ortográficas que permiten su conocimiento; tal proceso de estandarización no existe para la variedad B. Asimismo, existe un corpus literario en la variedad A que constituye la herencia literaria, inexistente en B. Las situaciones de diglosias pueden perdurar durante siglos, si bien la aparición de sub-variedades mixtas entre A y B, así como la progresiva confusión de funciones sociales durante ese tiempo, pueden evolucionar hasta hacer desaparecer la diglosia.
Estamos entonces ante un fenómeno dotado de un dinamismo muy particular. Sobre el cuerpo social aymara de las ciudades golpean con igual fuerza los martillos de las dos culturas, la que llega por raudales a los puertos de la televisión, el cine, la radio, la escuela y los modelos a imitar; y la otra del origen, actualizada periódicamente desde el campo, reforzada por los lazos de parentesco en las provincias y regada generosamente por la fiesta, la cerveza y las hileras de banderitas de colores amarradas a las canaletas.
De ese forcejeo entre maneras de vivir y pensar, resulta un campo de cruces, complementaciones y enfrentamientos, en el que no todo es resistencia ni todo es sumisión disciplinada; hay tanto lo uno como lo otro, combinadas con posturas de
indiferencia, impavidez o enojo, lo que nos lleva al siguiente punto, la post colonización y la globalización.
Post colonización y la globalización
Después de la colonización y una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, cuando se quebrantaron los fundamentos geopolíticos del orden colonialista establecidos por Europa desde el siglo XVI. Los procesos emancipatorios en Asia y en África, la aparición de los nacionalismos del “Tercer Mundo» y su inscripción ambigua en las zonas de influencia definidas por la Guerra Fría. En su acepción discursiva, el poscolonialismo hace referencia a las literaturas producidas en los territorios ocupados durante la etapa colonialista.
Un claro ejemplo de la post colonización es el La Operación Cóndor o Plan Cóndor, nombre con que se conoce al plan de coordinación de acciones y mutuo apoyo entre las cúpulas de los regímenes dictatoriales del Cono Sur de América del Sur —Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y esporádicamente, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela—1 con los Estados Unidos, siendo el jefe del Departamento de Estado estadounidense Henry Kissinger señalado como su ideólogo. Fue llevado a cabo entre las décadas de 1970 y 1980, con el fin de disciplinar a la sociedad para instalar en la región un plan económico neoliberal, con el desmantelamiento de los Estados como articuladores de la vida pública y el desarrollo económico, más un fuerte endeudamiento externo. Esta coordinación implicó, oficial y directamente, el seguimiento, vigilancia, detención, interrogatorios con tortura, traslados entre países y desaparición o asesinato de personas consideradas por dichos regímenes como «subversivas del orden instaurado, o contrarias a su política o ideología».2 El Plan Cóndor se constituyó en una organización clandestina internacional para la estrategia del terrorismo de Estado que instrumentó el asesinato y desaparición de decenas de miles de opositores a las mencionadas dictaduras, la mayoría de ellos pertenecientes a movimientos de la izquierda política. Los llamados «Archivos del Terror» hallados en Paraguay en 1992 dan la cifra de 50 000 personas asesinadas, 30 000 «desaparecidas» y 400 000 encarceladas.
Al establecer la definición postcolonial del término subalterno, la filósofa y teórica Gayatri Chakravorty Spivak advirtió contra la asignación de una connotación demasiado amplia.
Spivak introdujo además los términos esencialismo y esencialismo estratégico para describir las funciones sociales del post-colonialismo. El término esencialismo denota los peligros inherentes a revivir las voces subalternas de manera que sobre-simplifiquen la identidad cultural de grupos sociales heterogéneos y, por lo tanto, creen representaciones estereotipadas de las identidades de las personas que componen un determinado grupo social. El término esencialismo estratégico denota una identidad subalterna temporal y esencial utilizada en la praxis del discurso entre los pueblos. Ocasionalmente el esencialismo puede ser aplicado por las propias personas descritas— para facilitar que su comunicación subalterna sea escuchada y comprendida. Un esencialismo estratégico es captado y aceptado más fácilmente por la mayoría popular, en el curso del discurso intergrupal. La distinción importante, entre los términos, es que el esencialismo estratégico no ignora la diversidad de identidades (culturales y étnicas) en un grupo social, sino que, en su función práctica, el esencialismo estratégico minimiza temporalmente la diversidad intergrupal para respaldar de manera pragmática la identidad de grupo.
La globalización presenta dos caras muy diferenciadas. En su dimensión más satisfactoria presenta una serie de ventajas: mayor acceso a todo tipo de bienes y servicios, disminución de los costes de producción, eliminación de fronteras económicas, etc. Sin embargo, no todo son ventajas. De hecho, el mundo globalizado está asociado a una aculturación. En esta línea, algunas lenguas minoritarias se encuentran en peligro de extinción y, en general, los grupos humanos aislados van perdiendo sus tradiciones porque el modo de vida que tienen no se adapta a la realidad de los mercados globales.
El ejemplo más característico en el binomio globalización-aculturación tiene relación con la lengua. El inglés se está convirtiendo en el idioma hegemónico de las relaciones humanas y esta circunstancia puede ser positiva en la esfera económica, pero es muy nociva desde el punto de vista de la cultura.
Reflexiones
Subjetivamente la alfabetización del occidente hacia cualquier cultura del mundo es negativa ya que conlleva una imposición de códigos culturales, lingüísticos y una transmisión de “patologías” sociales occidentales que son propias de sociedades homogéneas (por ejemplo el feminismo y el machismo) y ajenas a culturas complementariamente trivalentes
¿Qué problemas se pueden identificar?
A nivel personal, aculturación, diglosia negativa, crisis existenciales y/o culturales, patologías sociales que están relacionadas con el consumismo y el individualismo, que a su vez son el efecto de la aculturación; por el mensaje(analógico y digital) bivalente de los códigos occidentales tanto subjetivos como objetivos de la escolarización estructural que forma parte de la formación de estas instituciones, su filosofía (occidental) y sus miembros(extranjeros o latinos pseudo intelectuales o profesionales aculturizados que sólo buscan un trabajo en la institución), crisis en la identidad tanto cultural como lingüística, impacto cognitivo.
A nivel familiar, una irregularidad de la homeostasis familiar, desde la visión de códigos occidentales, el tipo de mensajes que se está dando a las personas alfabetizadas, especialmente mujeres, es de que “si no se alfabetizan, van a tener problemas como la pérdida de sus derechos como mujer) porque así funciona con las mujeres occidentales, el movimiento subjetivo que se da a nivel personal de cada miembro de la familia.
A nivel comunitario, homogeneización, migración hacia las ciudades como efecto de la misma y de la aculturación; toda migración es dañina para un territorio ya que éste se empobrece por la falta de aparato productivo, no importa si es del campo o la ciudad. Empobrecimiento en la educación por la imposición y confusión de códigos culturales (tanto lingüísticos como simbólicos), y cuando nos referimos a una educación nos referimos al actual concepto de educación que prácticamente engloba toda la estructura de homeostasis cultural (su identidad, su sexualidad, su personalidad), una educación que tiene efectos directos en su forma de vida como comunidad; ya que por ejemplo, se le está sugestionando que “las matemáticas y el lenguaje son más importantes que la siembra, y que van a servir como forma de protección a sus mujeres para que aprendan a denunciar a sus esposos en caso de maltrato”; ¿acaso al sembrar ellos no utilizan matemáticas o sus códigos lingüísticos analógicos o digitales? Si bien es cierto que quedó un sincretismo machista producto de la primera colonización, éste se quiere borrar por completo mediante la escolarización occidental en vez de subsanarlo, como cuando se toma un antibiótico para matar al virus, pero también se mata las defensas, así, la uniformización va a romper, mediante el individualismo, a una comunidad que está acostumbrada a la complementariedad y reciprocidad (por ej.: el ayni y la mink’a).
Por último tenemos la formación de “clases sociales” dentro de la misma comunidad, produciendo discriminación, racismo y exterminio simbólico cultural. (En el colegio los niños que saben hablar español se sientan adelante y tienen jerarquía, los que sólo hablan quechua se sientan detrás, también sucede esto en la comunidad, el que habla español tiene jerarquía y ventaja social, además que los varones hispano hablantes tienen más oportunidades de ingresar al cuartel, otra forma de adquirir jerarquía social).
Escrito por: Sharbel Yohangel
Bibliografía
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Tuñón de Lara, Manuel (Dir): “Historia de España Siglos XVI y XVII. La España de los Austrias”
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