BOLIVIA: ¿HABRÁ ELECCIONES?

BOLIVIA: ¿HABRÁ ELECCIONES?

Estamos presenciando el proceso electoral más cuestionado que se tenga memoria. A tal grado que, a nadie le conviene que haya elecciones, ni siquiera a la derecha en su conjunto. Todo resultado será impugnado y difícilmente reconocido. No habrá necesidad de infiltración cibernética al TSE, porque ninguna representación alcanzará el óptimo preferencial. El gobierno hizo tan mal todo, que presumió seguir en los 14 años, donde las ínfulas del poder les hacía creer que la omnipotencia podía comprar todo.

¿Por qué la derecha busca auspicios de donde sea? Porque desde que Trump le quitó gran parte de su poder a la CIA y la USAID, buscan imponer la nueva “doctrina Trump” que, según su vicepresidente Vance, ya no tiene prioridad el mantener gobiernos, aunque sean títeres. Se acabó el soft power. Lo que se viene son injerencias e intervenciones groseramente abiertas y bélicamente directas.

Después del pretendido reparto del mundo (que es lo que le queda a USA), la colisión geopolítica por Sudamérica empezará por el ya deshecho “triángulo del litio”. En ese contexto, por sobrevivir políticamente, la derecha (por pragmatismo, hasta la izquierda) cederá todo lo que sea posible ofrecer.

El gobierno perdió su oportunidad, mientras contaba, en su primer año, con el máximo de legitimidad. Ahora cualquier iniciativa será rechazada hasta por el club de leones. Lo triste, en este panorama, es que no se ve, por los artífices de la desintegración del Estado plurinacional y del bloque popular (sin capacidades orgánicas de resistencia estratégica, ante un nuevo asalto de la derecha), un ápice de autocrítica; desde Arce hasta el Evo, todo se trata de inculparse, mutuamente, al modo Inquisición, con quema de brujas y todo. En tal situación, la unidad que tanto claman, es sólo una argucia ociosa.

Esa pugna por el poder, era de esperarse, cuando al margen de la decisión popular, desde Buenos Aires, el Evo decide por Arce, creyendo que era fácilmente obediente y desechable, sin reparar que todo el círculo q’ara que le rodeó, fue por puro cálculo. Ahora, sin medir consecuencias (y sólo apostando lo que sea por su intransigencia), arrastra al campo popular al desprestigio total.

Por eso, no es de extrañar que la bioceánica que tanto insistimos como apuesta geoestratégica de un posicionamiento geopolítico de Bolivia en el corazón sudamericano, obvie a nuestro país. Para Brasil y China, parece que la conflictividad del Chapare ya está sellada para mal; lo cual les permite apostar por otra ruta, prescindiendo de Bolivia, para integrar Sudamérica a la economía del siglo XXI, o sea, al Pacifico.

En ese contexto, ¿quién estaría dispuesto a cargar con semejante conflictividad que amenaza desatarse? Nadie. Les convendría que no haya elecciones; así podrían señalizar al gobierno y éste, que incomoda a propios y extraños, también apostaría por zafarse de toda responsabilidad. Queda el poder judicial para dirimir el asunto (para replicar el capítulo Rodríguez Veltze, que dio lugar a las nuevas elecciones que hizo de Evo presidente), pero estos son los más rechazados.

Entonces, ¿por qué los candidatos siguen el guion del teatro electoral? Porque hay intereses en juego, compromisos adquiridos, de uno y otro lado. La intromisión de Claure da cuenta flagrante de aquello, es decir, de un país ofertado antes de tiempo.

La ausencia de verdaderos programas electorales da cuenta de eso. Lo único que une a todos es la prisa que manifiestan por el endeudamiento. También el odio hecho política, atizado por los medios, como siempre. Pero el pueblo no va a renunciar a las conquistas sociales logradas y tampoco el hecho de su voluntad hecha poder popular (aunque desconocido hasta por la elite masista) con la promulgación de la nueva constitución del Estado plurinacional.

Los escenarios probables y posibles apuntan al inicio de un proceso de balcanización, como advertimos hace tiempo. Estamos al borde de la disgregación estatal, con instituciones no creíbles y corrupción generalizada, con un gobierno que ya no sabe cómo capitanear un barco a la deriva y asediado por un amotinamiento interno.

Pero, como los yatiris y amautas de la Ceja de El Alto, siempre sobrevivimos, como pueblo, al borde del precipicio, sostenidos de milagro en milagro. Otra vez, no es que en Bolivia haya mucha política. Bolivia es la política. Es el reflejo de un mundo que se derrumba, pero la mayoría sigue apostando por el mismo.

La Paz, Chuquiago Marka, 23 de julio de 2025
Rafael Bautista S., es autor de: “El Ángel de la Historia, volumen II:

La disputa del arco sudamericano y la geopolítica del reinicio global”

yo soy si Tú eres ediciones, 2024.

Dirige “el taller de la descolonización”
rafaelcorso@yahoo.com

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