Por Diego Hernán Moscoso Sanginés Uriarte
Introducción:
El debate sobre la sostenibilidad de los subsidios a los hidrocarburos en Bolivia es uno de los más sensibles de la política económica reciente. La magnitud del gasto, que en 2024 alcanzó alrededor de USD 2.000 millones (≈4 % del PIB), ha encendido las alarmas fiscales y macroeconómicas. En ese marco, el estudio “Impacto macroeconómico de la eliminación del subsidio a los hidrocarburos en Bolivia: análisis de reformas abruptas y graduales” ofrece un ejercicio econométrico para estimar las consecuencias de retirar dicho subsidio, ya sea de manera rápida o gradual.
Si bien el trabajo aporta elementos técnicos valiosos, su enfoque adolece de limitaciones importantes que reducen su utilidad para comprender la complejidad social, política y económica del subsidio en Bolivia. A continuación, se realiza un análisis crítico de sus alcances, resultados y sesgos.
1. Fortalezas del estudio
El documento presenta varias virtudes:
Rigor metodológico: Con sus modelos econométricos ARDL[1] – Autoregressive Distributed Lag Model (Modelo Autorregresivo de Rezagos Distribuidos) y SVAR[2] – Structural Vector Autoregression (Modelo de Vectores Autorregresivos Estructural), los autores logran capturar con elegancia la dinámica de variables agregadas como la inflación, el tipo de cambio sombra y el PIB.
Escenarios comparados: distingue entre una eliminación abrupta y una gradual, mostrando que la primera produce un pico inflacionario más alto pero de menor persistencia, mientras la segunda distribuye el costo a lo largo del tiempo.
Enfoque histórico y regional: vincula la experiencia boliviana con casos internacionales (Irán, Egipto, Indonesia, Ecuador), destacando que el éxito depende tanto del diseño técnico como de la aceptación política.
Discusión ambiental: conecta el subsidio con ineficiencia energética y emisiones, integrando la cuestión ambiental al debate económico.
Sin embargo, su análisis opera en un vacío social, donde las cifras macroeconómicas flotan etéreas, desgajadas del sudor, el plato de comida y el transporte de la clase trabajadora boliviana. Al fetichizar los promedios, el estudio omite la pregunta central de cualquier economía que se pretenda al servicio de los seres humanos: ¿Quién cargará con el costo de este ajuste?
2. La Mirada que no Ve: El Sesgo de Clase en el Análisis Macroeconómico:
Aliaga y Terrazas concluyen que un ajuste abrupto, aunque doloroso, es preferible a uno gradual. Su lógica es impecable dentro de los estrechos márgenes de su modelo: un shock rápido evita la acumulación de distorsiones y reduce la inflación estructural a largo plazo. Pero esta conclusión revela un sesgo de clase inherente a la economía ortodoxa.
Para el 20% más rico de la población, un pico inflacionario del 32% es un inconveniente. Para el sector informal, la madre de familia que compra el pan diario, el joven precarizado, es una catástrofe. El estudio modela un «repunte transitorio del producto» atribuido al *front-running* (adelanto de compras).
¿Quién puede adelantar el consumo? Quien tiene ahorros, capacidad crediticia y espacio financiero en su presupuesto: los sectores medios-altos y altos. La mayoría de los bolivianos vive al día, no puede «adelantarse» a una crisis; solo puede empobrecerse por ella.
La pregunta no es «abrupto o gradual». La pregunta es ¿por qué siempre se plantea que el ajuste debe venir del bolsillo de las clases populares? El estudio analiza meticulosamente el «costo fiscal» del subsidio, pero es completamente ciego a su “beneficio social»: la estabilidad de precios de los alimentos y el transporte para millones de personas.
3. La Causa de la Crisis: La Fuga de Capitales, no el Subsidio
El análisis de Aliaga y Terrazas comete el error fatal de confundir la consecuencia con la causa. El subsidio a los combustibles es un mecanismo de compensación que el Estado se vio forzado a implementar para paliar los efectos de una herida mucho más profunda: la pérdida de soberanía sobre nuestras divisas, decretada en 1997 con el DS 24756.
Mientras su modelo se afana en simular escenarios de eliminación del subsidio, los datos demuestran que entre 2000 y 2024, Bolivia generó un superávit comercial de casi 14.000 millones de dólares. Sin embargo, esas divisas nunca llegaron al Banco Central.
Ciertamente, son aproximadamente 12.000 millones de dólares que desaparecieron en el agujero negro de la fuga de capitales, la repatriación de utilidades de transnacionales y la evasión. El problema no es que el Estado «gaste demasiado» en subsidiar el combustible; el problema es que el Estado fue despojado de la herramienta para capturar la riqueza que el país genera.
Plantear la eliminación del subsidio sin tocar este mecanismo de drenaje de divisas es como pretender curar a un paciente desangrándolo aún más. Es una propuesta que beneficia a los mismos actores que lucraron del modelo: los grandes capitales exportadores que externalizan ganancias e internalizan costos sociales.
4. La Gran Ilusión: Por qué subir precios internos NO genera divisas:
He aquí el error conceptual más grave del debate actual: la creencia de que incrementar el precio de los combustibles en el mercado interno solucionará el problema de la escasez de divisas para importar. Esta idea es una ilusión peligrosa y un error de manual.
Triplicar el precio de la gasolina en Bolivia no pone un solo dólar adicional en las cuentas del Banco Central. Lo que hace es generar más bolivianos para YPFB, pero esos bolivianos no se convierten mágicamente en dólares. Para que YPFB pueda importar combustibles, necesita dólares, no bolivianos.
Si el sistema financiero no tiene dólares para venderle a YPFB (porque los exportadores privados los dejan en el exterior), o si el BCB no tiene reservas para subastar, YPFB se encontrará con una montaña de bolivianos inútiles para cumplir con sus obligaciones internacionales. El resultado sería una espiral de deuda en dólares, una presión devaluatoria aún mayor sobre el tipo de cambio paralelo y, finalmente, desabastecimiento y racionamiento.
Por lo tanto, la eliminación del subsidio agudiza la crisis social (vía inflación) pero no resuelve la crisis cambiaria (la falta de dólares). Es un remedio que mata al paciente en lugar de curarlo. La verdadera solución no está en ajustar los precios internos, sino en cerrar el grifo de la fuga de capitales y recuperar el control soberano sobre las divisas.
5. Ampliando el Horizonte: Las Variables que el Modelo Omitió y que son Esenciales
El modelo de Aliaga y Terrazas opera con una caja de herramientas poderosa pero notoriamente incompleta. Su análisis se agota en variables financieras y agregados macroeconómicos, ignorando deliberadamente el impacto concreto sobre la vida de las personas. Para superar esta visión reduccionista, cualquier estudio que aspire a informar política pública debe incorporar de manera central las siguientes variables:
*Salarios Reales y Poder Adquisitivo: Un modelo que predice un 32% de inflación pero no modeliza su impacto en el salario real es irrelevante para la clase trabajadora. ¿Cuánto se erosionará el poder de compra del salario mínimo?
*Desigualdad (Coeficiente de Gini) y Pobreza: Un shock de precios de esta magnitud es profundamente regresivo. Se deben realizar microsimulaciones que estimen cómo el shock redistribuiría el ingreso desde los sectores asalariados e informales hacia los capitales importadores y especulativos, exacerbando la desigualdad y la pobreza multidimensional.
* Reservas Internacionales Netas (RIN): Es inexplicable que un estudio sobre un shock externo ignore la variable central de la restricción externa. El modelo analiza la depreciación, pero no la conecta con la capacidad del país para importar bienes esenciales (medicamentos, alimentos) en un contexto de reservas críticamente bajas.
*Comercio Exterior y Empleo: ¿Qué sectores se beneficiarán de la devaluación y cuáles quebrarán? El modelo no desagrega. Un análisis serio debe proyectar el impacto en las PYMEs importadoras y el **empleo formal e informal**, reconociendo que el costo de una recesión inducida lo pagan los trabajadores.
* Conflictividad Social y Gobernabilidad: La historia boliviana demuestra que los shocks de precios generan una respuesta social inmediata y masiva. Cualquier modelo que ignore esta variable está condenado al fracaso.
La propuesta de Aliaga y Terrazas no es técnicamente errónea; es éticamente pobre y políticamente ingenua. Al elegir omitir estas variables, eligen ocultar el verdadero costo humano de sus recomendaciones.
6. Propuesta: Un Programa de Soberanía Económica con Justicia Social:
Frente a la tecnocracia ajustadora, debemos oponer un programa que parta de la justicia social y la soberanía. La disyuntiva no es «subsidio sí o subsidio no». La disyuntiva es ¿quién paga la crisis?
No deben pagarla los sectores populares. Por ello, cualquier medida debe ir precedida y condicionada a:
1. Abrogación del DS 24756 y Recuperación de las Divisas: Restablecer de inmediato la liquidación obligatoria del 100% de las divisas por exportaciones al BCB. Es una medida de soberanía nacional elemental. Las riquezas que genera Bolivia deben servir primero al desarrollo de Bolivia.
2. Auditoría y Control sobre la Fuga de Capitales: Implementar un sistema moderno de control para combatir la subfacturación de exportaciones y la sobrefacturación de importaciones. Los primeros en aportar a la solución deben ser los grandes capitales que durante décadas evadieron su responsabilidad con el país.
3. Reforma Tributaria con Justicia de Clase: Gravar fuertemente la renta financiera, las grandes fortunas y las ganancias extraordinarias de los sectores extractivos. El esfuerzo fiscal debe ser proporcional: quien más tiene, más aporta.
4. Reconversión del Subsidio con Participación Popular: En lugar de una eliminación brutal, abrir un gran debate nacional para transformar el subsidio. ¿Cómo podemos redirigirlo de manera eficiente y justa? ¿Hacia el transporte público eléctrico y masivo? ¿Hacia bonos directos a los sectores de menor ingreso? La tecnocracia no puede decidir esto desde un modelo econométrico; es una decisión política que debe tomar el pueblo organizado.
Conclusión:
La Economía es una Cuestión Política:
El estudio de Aliaga y Terrazas es útil para entender la mecánica de un shock, pero es peligroso si se lo toma como un manual de política pública. Su mayor limitación es su neutralidad valorativa ficticia. Al ocultar las relaciones de poder y la lucha de clases detrás de ecuaciones, naturaliza que el costo de un modelo fallido lo paguen siempre los mismos.
La crisis actual no la provocó la madre que llena el tanque de gasolina para hacer compras en el mercado o llevar a sus hijos al colegio ni el trabajador que viaja en micro para llegar a su trabajo, tampoco los y las jubiladas, ni estudiantes universitarios, o las caseras del mercado, transportistas, productores campesinos, ni comunidades indígenas. La crisis la provocó un modelo primario-exportador que, tras despojar al Estado de sus herramientas de soberanía, drena la riqueza nacional hacia paraísos fiscales.
La respuesta, entonces, no puede ser más de lo mismo. No puede ser un ajuste que profundice la injusticia. La respuesta debe ser la audacia política de recuperar el control de nuestra economía y construir, desde abajo, un modelo donde la estabilidad macroeconómica no se construya sobre el hambre de las mayorías. El debate no es técnico, es político. Se trata de elegir entre los intereses de los grandes capitales y el derecho a una vida digna de las mayorías populares.
FUENTES:
Aliaga Javier; Terrazas Ronaldo (2025). IMPACTO MACROECONÓMICO DE LA ELIMINACIÓN DEL SUBSIDIO A LOS HIDROCARBUROS EN BOLIVIA: ANÁLISIS DE REFORMAS ABRUPTAS Y GRADUALES. Serie Documentos de Trabajo sobre Desarrollo No. 6/2025. INSTITUTO DE ESTUDIOS AVANZADOS EN DESARROLLO (INESAD). La Paz, Bolivia.
[1] Significado: Es un modelo econométrico que permite analizar la relación entre una variable dependiente y varias independientes, considerando no solo sus valores presentes, sino también sus rezagos (valores pasados). Utilidad: Sirve para estudiar relaciones de corto y largo plazo. Es flexible porque admite que las variables tengan distintos órdenes de integración (algunas estacionarias, otras con tendencia). En el estudio, el ARDL se usa para analizar cómo los subsidios, el producto, la oferta monetaria y el tipo de cambio influyen sobre la inflación en Bolivia.
[2] Significado: Es una extensión del modelo VAR (Vectores Autorregresivos), en el que todas las variables se tratan como endógenas (se influyen mutuamente), pero con restricciones estructurales basadas en teoría económica para identificar relaciones de causa contemporánea. Utilidad: Permite analizar cómo responden las variables a shocks (perturbaciones) estructurales. Se utilizan funciones de impulso–respuesta para simular qué ocurre en la inflación, el producto y el tipo de cambio tras una eliminación abrupta o gradual del subsidio. En el estudio, el SVAR capta los efectos dinámicos y simultáneos de retirar el subsidio en inflación, PIB y tipo de cambio sombra.