Por Felipe Limarino y Diego Moscoso
La carrera de Ciencia Política de la UMSA, con el apoyo de la fundación Hanns-Seidel, ha publicado Lineamientos para una Política Exterior de Bolivia en el Bicentenario. El documento se presenta como un insumo estratégico para pensar la inserción internacional del país de cara a los 200 años de la República. Sin embargo, una lectura rigurosa revela que este esfuerzo académico no logra formular una política exterior en sentido pleno, sino algo mucho más limitado: un compendio de gestión diplomática, revestido de terminología técnica, que evade discutir los fundamentos del poder, la soberanía y el rol de Bolivia en un mundo en transformación acelerada.
En el artículo completo que hemos elaborado —y que invitamos a leer íntegramente— realizamos un análisis detallado de los Lineamientos. Nuestra conclusión es contundente: el documento confunde política exterior con diplomacia administrativa, y al hacerlo reduce la proyección internacional del país a un conjunto de operaciones, indicadores, protocolos y optimizaciones internas. Se reemplaza la estrategia por la gestión, el poder por la técnica y la autonomía por la adaptabilidad.
Nuestra crítica identifica problemas estructurales en cinco niveles:
1. Vacío categorial
Los Lineamientos no definen política exterior, poder, interés nacional, soberanía, multipolaridad, desarrollo o seguridad. Esta ausencia conceptual condiciona toda la obra y la vuelve incapaz de articular una visión estratégica del Estado boliviano.
2. Marco geopolítico insuficiente
Aunque el texto menciona la crisis del orden liberal, su lectura del sistema internacional es superficial. Adopta nociones como “mundo multiplex” sin discutir la disputa de poder entre grandes actores, la desoccidentalización del orden global, o los mecanismos contemporáneos de dependencia.
3. Desconexión entre potencial y poder
El documento reconoce la centralidad geográfica del país, la importancia de los recursos naturales y el rol de la integración regional, pero no analiza cómo convertir ese potencial en poder efectivo: industria, tecnología, banca de desarrollo, política energética, defensa o ciencia estratégica.
4. Reducción tecnocrática de la Política Exterior
Los Lineamientos desplazan la discusión de los fines a los medios. Se privilegia la eficiencia administrativa, pero no se reflexiona sobre el proyecto histórico del Estado. Profesionalizar no puede significar despolitizar, ni convertir la política exterior en un listado de tareas institucionales.
5. Una Política Exterior Económica que reproduce dependencia
El capítulo económico es revelador: centra todo en la IED, no examina el impacto neto de divisas, omite bloques clave como BRICS y MERCOSUR, y propone medidas que ya están vigentes o que profundizan la subordinación del país. La misma tendencia aparece en la sección sobre política antidrogas, donde se reinstala el prohibicionismo sin análisis estructural.
¿Qué nos dice realmente este documento?
Que Bolivia sigue atrapada en una matriz que administra la vulnerabilidad, pero no la transforma. Ningún capítulo formula una estrategia para construir poder nacional. No hay visión tecnológica, energética, industrial, financiera ni de seguridad; no hay articulación con el desarrollo interno; no hay un horizonte de Estado. Solo buena voluntad, eficiencia interna y una lectura parcial del sistema internacional.
Por eso nuestro artículo no busca criticar por criticar: busca interrogar categorías, porque sin categorías no hay pensamiento estratégico. Y sin pensamiento estratégico, no hay política exterior.
Invitamos al lector a revisar el análisis completo.
Si el Bicentenario debe servir para algo, es para dejar de confundir diplomacia con política exterior y comenzar a preguntarnos —de manera honesta y rigurosa— qué Bolivia queremos proyectar al mundo.
LINK PARA DESCARGAR:
El Alto, Bolivia, diciembre 2025
Spanish 
English