Según el filósofo Rafael Bautista, la profunda crisis política en Bolivia y la fractura del MAS no se explican solo por el enfrentamiento personalista entre Evo Morales y Luis Arce, sino por la influencia de una élite burocrática y un «sujeto sustitutivo» que ha secuestrado el Proceso de Cambio para perpetuarse en el poder. Este grupo, que opera desde las sombras del aparato estatal, es el verdadero poder detrás del trono, capaz de sobrevivir a cualquier gobierno y de manipular a los líderes de turno para garantizar su continuidad, arropando ayer a Morales, hoy a Arce y mañana, potencialmente, a Andrónico Rodríguez.
El «Sujeto Sustitutivo»: La Izquierda que Desplazó al Pueblo
Bautista argumenta que el error fundamental se remonta a los inicios del Proceso de Cambio. El verdadero sujeto histórico, el movimiento indígena-popular con su proyecto de «forma comunidad», fue desplazado por un «sujeto sustitutivo»: una izquierda de corte eurocéntrico que no comprendió la profundidad de la descolonización.
Esta élite intelectual y política, en lugar de transformar el Estado liberal, simplemente lo «folclorizó». Se conformó con cambios simbólicos como vestir ponchos o izar la wiphala, pero mantuvo intacta la estructura señorial y burocrática del poder. «Cambiaron todo para que nada cambie», afirma Bautista, criticando una gestión que confundió «formar» gente crítica con «informar» para crear obediencia vertical.
Rafael Bautista punta a la La Élite Burocrática: El Poder Real que Gobierna desde Adentro
El análisis de Rafael Bautista se vuelve más incisivo al identificar al actor clave de esta perversión: una élite burocrática enquistada en el Estado. La describe como «logias de abogados y administradores» que han estado presentes en todos los gobiernos (MIR, MNR, UCS, etc.) y que ahora operan dentro del MAS.
Este poder burocrático, consciente de su propia fuerza, es el que realmente gobierna. Subsume las necesidades políticas a las exigencias administrativas, convirtiendo al Estado en un «laberinto ineficiente» pero muy bien remunerado para ellos. Son quienes «hacen meter la pata a los políticos» y a quienes los líderes deben ceder para garantizar su continuidad en el poder, haciendo un «pacto con el diablo» y desconociendo al pueblo que los eligió.
El «Síndrome del Rey Cercado»: Cómo se Mueven entre Evo, Arce y Andrónico
Esta élite impostora, para asegurar su supervivencia, aplica lo que Bautista denomina el «síndrome del rey cercado». Crean camarillas y círculos de poder alrededor del líder de turno, aislándolo y alimentando su ego para poder manipularlo. Su única garantía de permanencia es «tener a un caudillo, a un ídolo que ampare su presencia».
«Lo mismo que hicieron con el Evo, lo hacen con Arce y después lo hacen con Andrónico», advierte el filósofo. Para que esta élite permanezca incólume, siempre tienen que sacrificar a alguien, inventarse un nuevo rey. Este mecanismo explica la actual lucha fratricida, que no es más que el desmoronamiento del Estado Plurinacional desde adentro, orquestado por los mismos actores que simularon impulsarlo pero que ahora, al ver su poder amenazado, no dudan en incendiar el país.
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